Imagínate que estás revisando, recordando y mirando el árbol genealógico de tu familia y te encuentras con la descripción de uno de tus antepasados que dice así: «Fue una prostituta, hospedó a enemigos del gobierno en su casa. Cuando las autoridades federales la investigaron y la confrontaron sobre supuesto espionaje ella lo negó y mintió» ¿Qué dirías de esta mujer? ¿Qué dirías de este familiar tuyo?

Lo más seguro es que, como muchos lo haríamos, evitaríamos mencionarla en el árbol genealógico y tal vez consideraríamos eliminar su descripción o su foto de nuestros antepasados. Pero acaso considerarías ¿honrar y reconocer a esta mujer en las leyendas e historial de tu familia?

Te presento a esta mujer, se llama Rahab. Y si solamente pudieramos tener información de ella con lo que se menciona de ella en Josué 2, la categorizaríamos como otra persona de mal ejemplo dentro de la Bibilia. Pero gracias a Dios su historia no se acaba ahí pues en Mateo 1.5-6 se nos revela que ella fue la tatarabuela del Rey david—y forma parte de la linea familiar de nuestro Salvador Jesús. ¡Y todavía hay más! En Hebreos 11.31 se menciona a Rahab como una mujer de fe que se salvó de la destrucción de la ciudad de Jericó. «Rahab, la prostituta, confió en Dios y trató bien a los espías de Israel. Por eso no murió junto con los que habían desobedecido a Dios en Jericó». Mejor aún en Santiago 2.25 dice que las buenas acciones de rescate de Rahab fueron dadas como evidencia de su gran fe.

¡El amor de Dios es impresionante! Él puede tomar a personas de mala reputación, transformar sus vidas y usarlas para que sean ejemplos claros de Su amor y Su perdón.

Tal vez sientas que tu vida tiene o está compuesta de un terrible pasado o un pésimo presente y pienses que no mereces ser perdonado o perdonada. O tal vez conozcas a alguien que se siente de esta forma, pero lee acerca de Rahab y gózate por lo que sucedió en su futuro. No importa si tus pecados son grandes o pequeños, Dios puede perdonarte de todos ellos, transformar tu pasado y llevarte hacia lugares a los que nunca imaginas estar—esto siempre y cuando mantengas una gran fe, tal como lo hizo Rahab.

A Rahab no le afectó lo que sus vecinos, sus familiares o sus gobernantes dijeran, a ella le importó lo que Dios quería hacer con ella y eso hizo, se dejó usar por Dios sin poner excusas sobre su oscuro pasado y obedeció a Dios. La próxima vez que veas a alguien ya sea ladrón, prostituta, narcotraficante, etc. recuérdales que Dios no los dejará ser destruidos (como Jericó), sino que sus vidas quedarán firmes y rescatadas sobre la Roca.

Si Dios pudo usar a una tal Rahab como un faro de justicia, ¡hay esperanza para todos nosotros!

Bendiciones de lo Alto,

—Alekz