Desde muy pequeño me encantaba ir al circo para contemplar las habilidades y los talentos que yo no tenía. Especialmente me gustaba ver las funciones con los animales adiestrados pero mi favorito era sin dudas el elefante. Al ver a semejante animal (¡enorme!) que pesaba toneladas, me asombraba cómo podia estar amarrado simplemente con una cuerda a una estaca al suelo y constantemente me preguntaba ¿No puede romperla con un simple tirón, soltarse y ser libre?

Esto me llenó de intriga, asi que al terminar la función hablé con su maestro. Aquel hombre que lo adiestró desde pequeño me dijo: «Desde pequeño está atado con la misma cuerda a la misma estaca. Al principio quizo romperla, tiró, insistió dia tras dia, pero al convencerse que nunca podría hacerlo, se resignó a vivir atado a ella. Ahora que ya ha pasado mucho tiempo, seguramente si volviese a intentar, rompería la cuerda sin problemas pero ya nos aseguramos que crea lo contrario».

Me puse a pensar en esto y creo que hay muchas personas, muchos crsitianos en la misma situación que este elefante. Personas que estan atadas a frustraciones y fracasos de su pasado, personas que en su niñez o juventud le dijeron cosas como «Dejá, no insistas ¿Para qué? eso no es para vos, no vas a poder… etc.» esas palabras fueron haciendo eco en sus corazones y las creyeron renunciando a sueños y lo que es peor, renunciaron al llamado y propósito que Dios tenía para ellos.

Tal vez estés en esta situación, atada o atado con esa débil cuerda del «no puedo» pero a la vez es tan fuerte que se transformará en cadenas que no te dejarán avanzar a cumplir lo que Dios tiene para tu vida y te robarán el disfrute y placer de tus logros.

Hoy te quiero animar a recordar una realidad en tu vida que: «Todo lo puedes en Cristo que te fortalece». (Fil. 4.13) Retoma y revive aquel sueño o llamado de tu corazón, encomendáselos en las poderosas manos de nuestro Rey, ya no es como antes porque ahora Dios te dice: «Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre tí». (Isaías 60.1)

Recordá que si tus planes estan dentro de los planes del Señor y tu corazón es conforme a Su corazón, de seguro los vas a poder cumplir, mientras confiá, perseverá, cerrá tus oidos frente aquellas palabras de desaliento y abrilos sólo para oir las palabras del Señor. Después de todo, la última palabra la tiene Dios.